Cuesta creer
que extramuros no exista
otra existencia.
.....

Un hueco amable
detrás de los tabiques
del aquiahora…

Siempre en la espera,
en el aún no. Siempre en
el mientras tanto.

Abre tu puerta,
Largo-ancho-alto, que
quiero salir.

No debería
existir la palabra
decrepitud.
.....

Ni expiración,
ni agonía… Tampoco
esas palabras.

Donde iré luego
no podrás, cuerpo, ya
acompañarme.

…..

Aquí te quedas:
armazón, envoltorio,
carrocería.

Ninguna cosa
sufre en silencio por
querer vivir.

De entre lo inerte
ningún objeto muestra
ansias de vida.

¿Quién será ése
que ha construido su casa
dentro de mí?

¿Soy yo, que creo
ser otro?; ¿o es otro,
que cree ser yo?

Me digo Hazlo.
Me digo No abandones...
Me hablo de tú.

Oigo la voz
del de ahí dentro y la mía.
Hablo conmigos.

El que me habita
no vive dentro, sino
dentro de dentro.

En el futuro
¿qué otros, quiénes otros
van a habitarme?

Una cabeza
nunca sabrá del todo
qué guarda dentro.

Bailan los genes
su danza sobre nuestras
frágiles piernas.

Carruajes somos,
vehículos donde viajan
los cromosomas.

Has sido un feto,
y antes fuiste un embrión,
y aún antes… nada.

Sin ti entre sábanas.
Voy a abrazar tu cuerpo
y abrazo el aire.

En una foto,
mamá encinta de mí.
¡Y yo ahí dentro!

Con tanto frío,

papá en el cementerio
sin una estufa.

¿Dónde mueren las
vías? Las carreteras
¿dónde se acaban?

Ninguna vida
sin un tramo mugriento,
sin rincón sórdido.

Como otro miembro
-espalda, brazos, cuello...-
duele el pasado.

Mi diminuta,
mi apenas visitada
entraña limpia.

Siempre cercado.
Mi recoveco puro,
tapiado siempre.