Puede que sea así. Pero en principio parece que lo inerte no necesita para nada de lo vivo. Ni siquiera lo cuida ni lo respeta. Entra en erupción el Vesubio y sepulta a Pompeya. En un instante miles de personas cubiertas de lava, petrificadas. ¿Se detuvo ante las puertas de la ciudad? No, nunca lo hace. Da la impresión de que, a lo inerte, todo lo vivo le trae al pairo. Pero tal vez haya en esto aspectos que se nos escapan. Tal vez lo inerte, en el fondo, nos tenga aprecio.
La necesidad de un minúsculo grano de arena en una playa... Somos tan necesarios para la tierra como la tierra lo es para nosotros.
ReplyDeletePuede que sea así. Pero en principio parece que lo inerte no necesita para nada de lo vivo. Ni siquiera lo cuida ni lo respeta. Entra en erupción el Vesubio y sepulta a Pompeya. En un instante miles de personas cubiertas de lava, petrificadas. ¿Se detuvo ante las puertas de la ciudad? No, nunca lo hace. Da la impresión de que, a lo inerte, todo lo vivo le trae al pairo. Pero tal vez haya en esto aspectos que se nos escapan. Tal vez lo inerte, en el fondo, nos tenga aprecio.
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