La Tierra dejó de ser plana. El humano nunca fue creado así... Cayeron muchas " verdades" absolutas y seguras. ¿Cuántas más seguridades y certezas han de caer?
La solución a la neumonía, el tétanos, el cólera, la tisis..., la solución a las enfermedades infecciosas,
podía estar en
hacerse un sangrado, clavarse agujas, el jarabe de aloe, las hojas del sauce, fumar tabaco, el cuerno de rinoceronte bien molido, el zumo de limón, la infusión de ruibarbo, el veneno de serpiente a escasas dosis, la abstinencia de harina, comer ancas de rana, el cloruro potásico, las friegas de lavanda, duchas con agua gélida, un ritual exorcista, el ungüento de azufre, (pon aquí, lector, lo que se te ocurra; aunque parezca un disparate)...
La solución podía estar en miles de sitios, en miles de cosas, en miles de acciones.
Fleming tiene la costumbre de almorzar en su laboratorio, por lo que un trozo de comida que se ha enmohecido cae accidentalmente sobre una placa con bacterias, produciendo la destrucción de éstas.
Fleming lo observa y se le enciende una luz.
Y así es como, de chiripa, por pura casualidad, llega a saberse que la solución a las infecciones bacterianas está en...
¡un hongo!: en ese hongo concreto.
Es lo que pasa con las soluciones:
que siempre están ocultas y mezcladas con des-soluciones.
Son como las buenas ideas, que generalmente están revueltas y escondidas entre ideas fallidas, entre ideas erróneas, entre des-ideas...
¡Y es por eso que cuesta tanto trabajo encontrarlas!
La Tierra dejó de ser plana. El humano nunca fue creado así... Cayeron muchas " verdades" absolutas y seguras. ¿Cuántas más seguridades y certezas han de caer?
ReplyDeleteLas verdades humanas de la mañana son las dudas de la tarde y posiblemente las refutaciones de la noche.
ReplyDeleteEs inútil liberarse de los dogmas para crear otros.
ReplyDeleteOCULTAS (Rafael Baldaya)
ReplyDeleteLa solución a la neumonía, el tétanos, el cólera, la tisis...,
la solución a las enfermedades infecciosas,
podía estar en
hacerse un sangrado,
clavarse agujas,
el jarabe de aloe,
las hojas del sauce,
fumar tabaco,
el cuerno de rinoceronte bien molido,
el zumo de limón,
la infusión de ruibarbo,
el veneno de serpiente a escasas dosis,
la abstinencia de harina,
comer ancas de rana,
el cloruro potásico,
las friegas de lavanda,
duchas con agua gélida,
un ritual exorcista,
el ungüento de azufre,
(pon aquí, lector, lo que se te ocurra; aunque parezca un disparate)...
La solución podía estar en miles de sitios,
en miles de cosas,
en miles de acciones.
Fleming tiene la costumbre de almorzar en su laboratorio, por lo que un trozo de comida que se ha enmohecido cae accidentalmente sobre una placa con bacterias, produciendo la destrucción de éstas.
Fleming lo observa y se le enciende una luz.
Y así es como, de chiripa, por pura casualidad, llega a saberse que la solución a las infecciones bacterianas está en...
¡un hongo!: en ese hongo concreto.
Es lo que pasa con las soluciones:
que siempre están ocultas y mezcladas con des-soluciones.
Son como las buenas ideas, que generalmente están revueltas y escondidas entre ideas fallidas, entre ideas erróneas, entre des-ideas...
¡Y es por eso que cuesta tanto trabajo encontrarlas!