Por su parte, a algunos seres humanos, que gustan de los chicharrones, cuando ven un cerdo suspiran. Entonces, el colesterol y los trigliceridos, disfrutan de la fiesta...
Comer el cuerpo de un animal. Masticar las patas (sus músculos, tendones...). Esas patas con que anduvo o corrió por el bosque, con que trepó a los árboles, con que excavó túneles o madrigueras. Masticar la sangre coagulada. Ésa que circuló por sus venas y arterias, y a la que bombeó su corazón. Masticar la médula, las fibras nerviosas, los finos hilos por donde viajaban sus sensaciones. Masticar los sesos: la esponja o gelatina en que habitaron el miedo, la sorpresa, la fatiga..., también los sueños. Masticar la lengua con que lamió a sus cachorros, los pechos con que los amamantó, el abdomen donde fueron alumbrados... Comer el cuerpo de un animal.
Las dentelladas no distinguen pues... a buen hambre no hay pan duro. Y hombre que vuela, a la cazuela.
ReplyDeletePor su parte, a algunos seres humanos, que gustan de los chicharrones, cuando ven un cerdo suspiran. Entonces, el colesterol y los trigliceridos, disfrutan de la fiesta...
ReplyDeleteComer el cuerpo de un animal. Masticar las patas (sus músculos, tendones...). Esas patas con que anduvo o corrió por el bosque, con que trepó a los árboles, con que excavó túneles o madrigueras. Masticar la sangre coagulada. Ésa que circuló por sus venas y arterias, y a la que bombeó su corazón. Masticar la médula, las fibras nerviosas, los finos hilos por donde viajaban sus sensaciones. Masticar los sesos: la esponja o gelatina en que habitaron el miedo, la sorpresa, la fatiga..., también los sueños. Masticar la lengua con que lamió a sus cachorros, los pechos con que los amamantó, el abdomen donde fueron alumbrados... Comer el cuerpo de un animal.
ReplyDeleteEl hambre abre los ojos...
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