Puede que evolutivanente seamos sumisos, proclives a obedecer a un líder máximo, pues las tribus o clanes prehistóricos donde regía una disciplina y sumisión absoluta al jefe eran quizás más favorecidas para la supervivencia.
¿Quién es este bebé en camiseta? ¡Pero si es el pequeño Adolfo, el niño de los Hitler! ¿Acaso llegará a ser un gran abogado, o tal vez tenor de la Ópera de Viena? Pero ¿de quién es esta manita, esta orejita tan coqueta? Pero ¿de quién es esta pancita saciada de leche? No se sabe todavía: ¿será de un impresor, de un médico, de un hombre de negocios, de un sacerdote? ¿A dónde irán estos piececitos, hasta dónde? ¿Al parque, a la escuela, a la oficina, tal vez rumbo al matrimonio con la hija del alcalde?
¡Oh, mi bebé, mi ángel, cosita mía, mi rayo de Sol, cuando viniste al mundo hace un año no faltaron signos en el cielo y en la Tierra: el sol primaveral, los geranios en las ventanas, el organillo en el patio, un buen augurio envuelto en papel rosado, el sueño profético de tu madre justo antes del alumbramiento: una paloma en el sueño -buenas noticias atraparla-, el mesías, largo tiempo esperado, por fin llegará. Toc toc. ¿Quién es? Es el corazoncito de Adolfo que resuena. El biberón, la cuna, el babero, el chilindrín. El niño -gracias a Dios, toco madera- está bien. Se parece a sus padres, a un gatito en su canasta, a los niños de todos los álbumes de familia. ¡Ah no: no me vas a llorar ahora! El señor fotógrafo, debajo del trapo negro, va hacer clic-clic. Foto Klinger, Brabenstrasse, Braunau. Braunau es un pueblo pequeño pero respetable, de comercios serios, de vecinos honestos, olor de pasta horneándose y de jabón negro. No se escuchan los alaridos de los perros ni los pasos del destino. El profe de historia se relaja y bosteza inclinado sobre los cuadernos.
Puede que evolutivanente seamos sumisos, proclives a obedecer a un líder máximo, pues las tribus o clanes prehistóricos donde regía una disciplina y sumisión absoluta al jefe eran quizás más favorecidas para la supervivencia.
ReplyDeleteBueno, lo que comenté en los haikus de ayer me vale para hoy , muy buena la foto , es una imagen de Adolfo que desconocía.
ReplyDeleteAnónimo valenciano
¿Quién es este bebé en camiseta?
ReplyDelete¡Pero si es el pequeño Adolfo, el niño de los Hitler!
¿Acaso llegará a ser un gran abogado,
o tal vez tenor de la Ópera de Viena?
Pero ¿de quién es esta manita, esta orejita tan coqueta?
Pero ¿de quién es esta pancita saciada de
leche?
No se sabe todavía:
¿será de un impresor, de un médico,
de un hombre de negocios,
de un sacerdote?
¿A dónde irán estos piececitos, hasta
dónde?
¿Al parque, a la escuela, a la oficina,
tal vez rumbo al matrimonio con la hija del alcalde?
¡Oh, mi bebé, mi ángel, cosita mía, mi rayo de Sol,
cuando viniste al mundo hace un año no faltaron signos en el cielo y en la Tierra:
el sol primaveral, los geranios en las ventanas,
el organillo en el patio,
un buen augurio envuelto en papel
rosado,
el sueño profético de tu madre justo
antes del alumbramiento:
una paloma en el sueño -buenas
noticias atraparla-,
el mesías, largo tiempo esperado, por fin llegará.
Toc toc. ¿Quién es? Es el corazoncito de Adolfo que resuena.
El biberón, la cuna, el babero, el
chilindrín.
El niño -gracias a Dios, toco madera- está bien.
Se parece a sus padres, a un gatito en su canasta,
a los niños de todos los álbumes de
familia.
¡Ah no: no me vas a llorar ahora!
El señor fotógrafo, debajo del trapo
negro, va hacer clic-clic.
Foto Klinger, Brabenstrasse, Braunau.
Braunau es un pueblo pequeño pero
respetable,
de comercios serios, de vecinos
honestos,
olor de pasta horneándose y de jabón negro.
No se escuchan los alaridos de los
perros ni los pasos del destino.
El profe de historia se relaja
y bosteza inclinado sobre los cuadernos.
(WISLAWA SZYMBORSKA)
La ironía de Wislawa es insuperable, gracias por poner algo tan excelente y tan auténtico.
Delete