En cada triunfo,
fragmentos de derrota
entreverados.

De alguien que hiciera
-EN TODO- lo que haces,
¿qué opinarías?

¿Qué pensarías
de alguien -de otro- que fuera
así como eres?

Ninguno es
todo razón. Ninguno es
sólo razón.

Yo contra mí:
lucha de adentro. Pero hoy
llegué a las manos.

¿Y cómo eras,
Quijano, más feliz?: ¿de
loco o de cuerdo?

Desenloquece
(encuerdece) Alonso
y se derrumba.

Cuerdos son los que
logran atar de un poste
a su locura.

Otra vez ellas:
¿subo a ese tren, o no?;
las dos de siempre.

33 vértebras
que me sostienen, y otra
más: la ilusión.

Aquí yace mi
ilusión. Aquí yace
mi mitad seca.

De agua, de arena,
de sol, de cuerda... y todos
miden al mismo.

Pasará el tiempo
aunque no tenga ya
por quien pasar.

Todo se apaga.
El tiempo fluye ahora
para sí mismo.

Volvió el tiovivo
como cada año, pero
ya no subiste.

Casa vacía.
Más grande y hace eco
con nuestras voces.

Donde estuvimos
mi pupitre y yo, ahora un
hipermercado.

El coche en el que
nos besábamos, hoy lo
llevo al desguace.

Abrí el reloj.
Mil piezas dentro y
no sé cerrarlo.

Nunca serás
experto en ti, graduado

en yología.

Autosordera
es este no escucharme
yo a mí mismo.

Clava su lanza
el picador y sólo
le duele a uno.

El yo es pequeño
y limita consigo
por todas partes.

¿De cuántas lágrimas
-cientos, miles quizá-
seré culpable?

Días azules.
Sol de la infancia. Y
ahora ya el mar.

Innominada,
despalabradamente
estuvo todo.

Hay cosas que
se han vuelto palabras
y otras que no.

.....

Algunas cosas
se cuidaron bien de
no tener nombre.

Aún no existían
las notas musicales
y él ya trinaba.

Para ti, pétalos.
Para la abeja, pistas
de aterrizaje.