Como la Tierra,
como el Sol, como todo,
vamos en círculo.

Dos mil catorce.
Un tramo más que hemos
atravesado.

La vuelta al Sol
termina y el círculo
se cierriabre.

Libres aún
de maldad y malicia,
los animales.

Mentes no humanas.
Pequeñas pero exentas
de mezquindad.

Un perro mueve
su rabo en mi honor.
Soy importante.

¿Cómo ves, perro,
(¿“amigo”?, ¿“amado”?, ¿“dios”?),
a tu humano?

Tan tristialegre
es mi cielinfierno, mi
placidolor.

¿A dónde irás,
a dónde huirás de ti,

que no te alcances?

No dirigimos
las hiperfuerzas cósmicas.
Ellas nos rigen.

En otros mundos
puede que exista vida
con reglas blandas.

Vida sin lucha,
sin mata o muere, sin
depredación.

No hay estaciones
ni puertos ni aeropuertos
hacia otros mundos.

Para entender
no tenemos más que esta
mente terrícola.

....

Paraverdades
sensoriales, telúricas,
antropomórficas.

Territoriales,
con pulsiones de tribu,
hemos nacido.

Aquí vinimos
con defectos de fábrica,
deteriorados.

Sabemos cómo
deslagrimar el valle
y no lo hacemos.

Porque aún no yo,
me libré de Lepanto,
Bailén, Belchite…

Las viejas guerras…
Innacido y salvado
era yo entonces.

Crueldad ligera,
hecha casi al descuido.
Pero crueldad.

De todo el mal,
un trozo es inconsciente,
irreflexivo.

Ecografía.
¿Lo veis? Está saltando
del Algo al Alguien.

No debería
la Nada tener nombre.
Si acaso, la <       >.

También sufrimos
porque en lo hondo ignoramos
lo que queremos.

Buscamos fines
inconciliables, metas
que se autoobstruyen.

Sería fácil
si de verdad supiéramos
qué deseamos.

Unos a otros
nuestros propósitos se
zancadillean.