Tras tus cenizas,
de irme a donde tú estés
siento deseos.

Abrazaré
el espacio ocupado
por tu inmateria.

De mi agenda,
sólo porque moriste
no te destierro.

.....

(No pongo RIP,

ni una cruz, ni un Adiós

junto a tu nombre.)

Que no estés viva
no te lleva ni arranca
de mi existir.

No dejaré,
aunque no estés ya aquí,
de hablar contigo.

Quizá no me oigas,
pero aun así yo sé
que me contestas.

No necesito
que abras los labios para
oír tu voz.

No hay Todo y medio.
No hay doble de Infinito.
No hay semiNada.

Nada sin bordes.
Nada sin ningún límite.
Nada infinita.

Aunque existimos,
lo probable sería
que no existiéramos.

Nada más raro,
nada más improbable
que tu existencia.

Que exista yo
-justo este yo- rayaba
en lo imposible.

Para que existas,
el universo entero
se ha conjurado.

¿Y qué interés
pudo tener el Todo
en mi existencia?

Para que fuéramos
yo y mi insignificancia,
¿hubo un motivo?

¿Por qué me habrán
invitado ¡a mí! al
Club de la Vida?

En esta trama
de inficticia apariencia,
¿qué pinto yo?

.....

(“Tragicomedia
en prosa de estar vivo”;
o sea, esto.)

Ni a mí ni a nadie
nos pidieron permiso
para traernos.

Estará entera
sin mí, como conmigo,
la humanidad.

El universo,
existamos o no,
está completo.

Es muy capaz
de dar vueltas la Tierra
sin nadie encima.

Perfectamente
sin ti como sin mí
gira el planeta.

La Tierra sabe
desplazarse sin chófer
ni pasajeros.

Nadie repara
en los nunca engendrados,
en los no-sidos.

…..

A tantos miles
de millones de nadies,
nadie echa en falta.

La mayor isla,
la Islísima es, tal vez,
el universo.

…..

Está el Algo
rodeado de Nada
por todas partes.

De este universo,
de esta gran jaula cósmica,
no escaparás.

Noche estrellada.
Con mis ojos el cosmos
se autocontempla.

Cualquier planeta
-incluido éste- es una
nave espacial.

Las ciegas bolas
-Venus, la Tierra, Marte…-
cubren sus órbitas.

…..

De cumplir bien
su deber giratorio
nunca dejaron.