"Los sufrimientos nos destruyen o se destruyen. Llorar hasta volverse piedra es mentira. Las aflicciones nos endurecen; los infortunios son resbaladizos, o se derriten como la nieve sobre nosotros, lo cual es una insensibilidad venturosa. Ignorar los males futuros y olvidar los pretéritos es una piadosa providencia de la naturaleza que nos permite digerir el conjunto de nuestros pocos y malvados días; y, exentos nuestros sentidos de recaer en hirientes recuerdos, nuestros pesares no se eternizan bajo el filo de las repeticiones".
"Los sufrimientos nos destruyen o se destruyen. Llorar hasta volverse piedra es mentira. Las aflicciones nos endurecen; los infortunios son resbaladizos, o se derriten como la nieve sobre nosotros, lo cual es una insensibilidad venturosa. Ignorar los males futuros y olvidar los pretéritos es una piadosa providencia de la naturaleza que nos permite digerir el conjunto de nuestros pocos y malvados días; y, exentos nuestros sentidos de recaer en hirientes recuerdos, nuestros pesares no se eternizan bajo el filo de las repeticiones".
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