Por los oasis
afrontas el sudor,
la sed, las dunas...
Sólo por ellos,
recorrer el desierto
vale la pena.
(Por los oasis:
luminosos y breves
como un destello.)
¿Cómo podríamos,
sin vislumbrar oasis,
seguir andando?
Y daría igual
si al final resultaran
ser espejismos.
Caminamos hasta el verde y el agua o nos enamoramos simplemente del desierto...
ReplyDeleteLa tierra prometida -mentirijilla de Moisés- era otro desierto. Pero sin ella, ¿cómo hacer que la gente se embadurnase de arena? (Todos somos Moisés, al menos en este aspecto.)
ReplyDelete