Y casi siempre llega sin ser invitado. No obstante y aunque parezca paradójico, en muchas ocasiones, conscientemente es atraido, lo cual, parece una manera absurda de atraer para si mismo, un destino doloroso.
Desde el nacimiento está el dolor presente en nuestras vidas. Nacer (o "ser nacido", como dicen casi todos los idiomas salvo el español) duele; y por eso los bebés lloran. Puede que ya antes, en el claustro materno y flotando en líquido amniótico, se experimente dolor físico (no se sabe seguro).
No obstante, la intensidad álgica y propioceptiva del dolor físico es superior a lo razonable. El dolor físico es un tanto sádico. Parece que la naturaleza se pasó mucho en este aspecto.
Y junto al dolor físico, el emocional:
Y no es verdad, dolor, yo te conozco, tú eres nostalgia de la vida buena y soledad de corazón sombrío, de barco sin naufragio y sin estrella. Como perro olvidado que no tiene huella ni olfato y yerra por los caminos, sin camino, como el niño que en la noche de una fiesta se pierde entre el gentío y el aire polvoriento y las candelas chispeantes, atónito, y asombra su corazón de música y de pena...
Y casi siempre llega sin ser invitado. No obstante y aunque parezca paradójico, en muchas ocasiones, conscientemente es atraido, lo cual, parece una manera absurda de atraer para si mismo, un destino doloroso.
ReplyDeleteDesde el nacimiento está el dolor presente en nuestras vidas. Nacer (o "ser nacido", como dicen casi todos los idiomas salvo el español) duele; y por eso los bebés lloran. Puede que ya antes, en el claustro materno y flotando en líquido amniótico, se experimente dolor físico (no se sabe seguro).
ReplyDeleteNo obstante, la intensidad álgica y propioceptiva del dolor físico es superior a lo razonable. El dolor físico es un tanto sádico. Parece que la naturaleza se pasó mucho en este aspecto.
Y junto al dolor físico, el emocional:
Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella.
Como perro olvidado que no tiene
huella ni olfato y yerra
por los caminos, sin camino, como
el niño que en la noche de una fiesta
se pierde entre el gentío
y el aire polvoriento y las candelas
chispeantes, atónito, y asombra
su corazón de música y de pena...
(MACHADO)
El dolor es la única forma de sabernos vulnerables...
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