Cada palabra
corre el riesgo de ser
ésa que sobra.

Tuesday, July 17, 2018


¿Cómo será
ser lo que según tú
nunca serías?

4 comments:

  1. Nunca podremos saber del todo cómo es ser otra persona. Cuando nos imaginamos siendo otro, nos figuramos -nos trasladamos mentalmente- a nosotros mismos (tal como somos) pero dentro de otro. No al otro (tal como él es) dentro de sí mismo.

    C. COVALEDA

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  2. agrimensor SuárezJuly 17, 2018 at 4:27 PM

    Así es. Si fuéramos otro, seríamos tú o yo (en su núcleo o médula)... y simplemente andaríamos revestidos de la piel de otro.

    Iríamos con una capa o disfraz externo del otro, pero no seríamos interiormente ese otro.

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  3. La palabra qualia deriva del latin “qualis” que etimológicamente significa “como es”. En filosofía se usa para definir un concepto de la experiencia mental: la vivencia personal y subjetiva de las cosas.

    El principio desde el que se parte no es ni puede ser objetivista, es profundamente subjetivista, tanto que puede ser considerado puramente solipsista. El solipsimo significa que solo es real aquello que experimenta directamente un individuo
    Y eso son, precisamente, los qualia, el como la mente -el “yo”- registra las experiencias, las emociones y las sensaciones.

    Se parte del principio de que cualquier experiencia, aunque sea realizada en común, es vivida de manera personal e intransferible por cada uno de los sujetos que la comparten.

    En realidad no puede saberse si una experiencia compartida es vivida o no de idéntica manera, solo puede saberse que es personal e intransferible lo experimentado. Es así por un sencillo motivo, por mucho que alguien intente describir lo que siente dificilmente podrá concluirse nada de la comparación con la descripción de cualquier otro, porque aunque fuesen idénticas lo que experimenta y siente cada persona, por definición, solo lo sabe ella, dado que es indudable que solo lo sabe su mente. Es decir, la subjetividad aquí es absoluta porque es algo que se quiera o no solo puede vivirlo el sujeto.

    Esto nos lleva a la separación de dos conceptos, el de la mente en cuanto “yo” subjetivo y el del cerebro en cuanto su soporte físico y material -con independencia o no de que sea también el origen de la mente consciente-. A la filosofía lo que le interesa es la primera parte del fenómeno, el de la mente como “yo” consciente.


    A la neurología le interesa, sin embargo, la conexión entre mente y cerebro.

    Un qualia es toda sensación, emoción o experiencia que se traduce en una vivencia consciente, es decir, en una concreta y personal interpretación subjetiva.

    Da igual lo que sea, el hecho es que cualquier cosa experimentada conscientemente, absolutamente cualquier cosa, constituye en si misma un qualia, porque cualquier cosa la vive solo quién la vive y, además, la vive en ese momento. Es decir, la subjetividad es tal que está en cuestión que exactamente la repetición de la misma experiencia y en las mismas circunstancias por el mismo individuo produzca el mismo qualia, en otras palabras, que se experimente de la misma manera y produzca la misma emoción -podría parecerse mucho pero no está claro que sea la misma-.

    Cada qualia es inefable -es decir, no puede decirse con palabras, puede intentarse pero no logrará conseguirse, a lo sumo será una descripción inexacta y voluntarista-, privada -cada cual tiene su propia experiencia particular a la que no podrá acceder nadie más-, única y directamente relacionada a lo que la provoca -se la lectura de una novela, sea un beso, sea una canción, sea el olor de un perfume cada una de esos cosas provoca un qualia diferente, y, como se ha dicho, ni siquiera comparable a otro qualia que la repetición de la experiencia pueda producir en la misma persona-, y es necesariamente consciente -es algo propio de la mente consciente, nos damos cuenta de que estamos teniendo esa experiencia-.

    Qualia, zen y koan

    Curiosamente tanto el fenómeno en sí como su descripción es altamente coincidente con formulaciones de la filosofía zen sobre la mente.


    El zen considera que existen experiencias que son únicas, vivenciales e indescriptibles, que en cierto modo solo se pueden comprender por la asimilación de la pura experiencia y por la intuición o “iluminación”, dificilmente por la reflexión sobre las mismas. Los koan, que son paradojas o enigmas zen, son un instrumento que busca impactar en el individuo al que son dirigidos para provocar en él una “iluminación” de este tipo. Un koan es y no es reflexivo, es un asunto a resolver pero... por la comprensión de una experiencia -no por un aprendizaje cognitivo-.

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  4. Gracias, Anónimo (¿Pablo Veiga quizá?), por tu aportación.

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