Nadie. Porque el cuerpo es apenas un depósito del alma. Y, el alma es un reflejo de Dios. Por tanto, no es posible ni la reencarnación, ni la transmutación, ni la transfiguración.
Lo que sea la yoidad -la autopercepción del yo- es un misterio no resuelto. Si cada específica estructura neurológica genera su propio yo (su autopercepción del ser), ¿no podría entonces la lotería genética (cromosómica) llevar a que otro ser nazca con idéntica estructura neurológica -con exactamente la misma configuración cerebral- que la mía? ¿Cuántas veces habrá ocurrido eso en el Gran Sorteo?
Y ese concreto individuo, aunque nunca llegase a saber nada de mí, ¿tendría mi yo?
Cualquiera sabe...
(Pero también es cierto que nunca, que yo sepa, se repitió el mismo número que otro año en el premio Gordo de Navidad.)
Nadie. Porque el cuerpo es apenas un depósito del alma. Y, el alma es un reflejo de Dios. Por tanto, no es posible ni la reencarnación, ni la transmutación, ni la transfiguración.
ReplyDeleteLo que sea la yoidad -la autopercepción del yo- es un misterio no resuelto. Si cada específica estructura neurológica genera su propio yo (su autopercepción del ser), ¿no podría entonces la lotería genética (cromosómica) llevar a que otro ser nazca con idéntica estructura neurológica -con exactamente la misma configuración cerebral- que la mía? ¿Cuántas veces habrá ocurrido eso en el Gran Sorteo?
ReplyDeleteY ese concreto individuo, aunque nunca llegase a saber nada de mí, ¿tendría mi yo?
Cualquiera sabe...
(Pero también es cierto que nunca, que yo sepa, se repitió el mismo número que otro año en el premio Gordo de Navidad.)