Cada palabra
corre el riesgo de ser
ésa que sobra.

Saturday, June 6, 2020



Recuerdo cosas 
que puede que jamás 
hayan pasado. 

...

Algunas páginas 
de tu memoria son 
imaginarias.

7 comments:

  1. La memoria suele
    contarnos mentiras:
    por aquí se encoge,
    por allá se estira.

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  2. Ni la ficción es 100 % ficción, ni la realidad es 100 % realidad.

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  3. ¿Y el recuerdo de las cosas futuras: de lo que aún no ha sucedido?

    "Me moriré en París (con aguacero)

    un día del cual tengo ya el recuerdo..."

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  4. El padre de la literatura moderna, Twain , dijo : No puedes confiar en tus ojos cuando tienes la imaginación desenfocada
    Twain nació el día que se vio la estela del cometa Haley , y estaba seguro de que iba a morir cuando volviera el cometa . Sabía que el todopoderoso diría : ahora están aquí estos dos fenómenos inexplicables , vinieron juntos y juntos han de partir . La esquela de Twain se publicó un año antes de su muerte , y el se lo tomo con humor . Kipling también vio su esquela , y se dirigió al Times exigiendo suspendieron su supscricion .
    Decía el poeta Manrique que a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor . Y si juzgamos sabiamente daremos lo no venido por pasado, con lo que se puede tener recuerdo de la propia muerte según el genial poeta de Paredes de Nava .
    Anónimo valenciano

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  5. Seguro que que si, muchos recuerdos no son recuerdos. Un abrazo.

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  6. No solo se recuerdan cosas que no han pasado , sino también , podrían ser recordadas pero ya tergiversadas . Por eso no hay que dejar que la memoria se hunda en el pasado .

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  7. EROSIÓN DEL PASADO

    Un amigo me revela negligentemente, como si de nada se tratara, algo que ocurrió hace años, muchos años y de pronto siento dentro de mí un derrumbe de galerías. Zonas íntegras de mi pasado se hunden, se anegan o se trasfiguran. Esto me sirve para comprobar que no somos dueños de nada, ni siquiera de nuestro pasado. Todo lo que hemos vivido y que tendemos a considerar como una adquisición definitiva, inmutable, está constantemente amenazada por nuestro presente, por nuestro futuro. La maravillosa historia de amor, que guardábamos en un sarcófago de nuestra memoria y que visitábamos de cuando en cuando para buscar en ella un poco de orgullo, de ánimo, de calor o de consuelo, puede reducirse a polvo por la carta que hallamos en un libro viejo el día en que mudamos de lugar la biblioteca. Una puta nos revela una noche que el padre venerado, que permanecía hasta tarde en la oficina para ganar más y mantener con holgura a su familia, frecuentaba a esa misma hora los prostíbulos más abyectos de la ciudad. Por un azar descubrimos que el amigo adulto que admirábamos de niños, porque era con nosotros tan generoso y tan asiduo, era un pederasta que nos hacía astutamente la corte con el propósito de corrompernos. Pero no todo se deteriora en esta permanente erosión del pasado. También las épocas sombrías se iluminan. Así, la abuela que odiábamos y que llenó de rencor nuestra infancia por su severidad, su malhumor, sus caprichos, era en realidad una mujer buenísima, que sufría un mal incurable y que repartía prospectos de madrugada en las casas para poder con su salario comprarnos caramelos. En suma, nada hemos adquirido, ni paz, ni gloria, ni dolor, ni desdicha. Cada instante nos hace otros, no solo porque se añade a lo que somos, sino porque determinará lo que seremos. Solo podremos saber lo que éramos cundo ya nada pueda afectarnos, cuando -como decía alguien- el cuadro quede colgado en la pared.

    (Julio Ramón Ribeyro)

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